La propuesta de la Renta Básica, una asignación monetaria incondicional a toda la población, ha recibido a partir de su revitalización en el debate público a lo largo de los últimos meses, críticas desde distintos sectores políticos: algunas provienen de cierto tipo de izquierda, otras, más frecuentes, de las derechas más o menos habituales. A riesgo de simplificar, apuntemos que las primeras acostumbran a hacer referencia a determinados aspectos sociales o políticos. Las segundas, en cambio, son más bien de tipo económico. También es cierto que algunas críticas provienen de ambos lados. Este es el caso de una de las críticas más recurrentes que tiene muchas variantes: “la gente no trabajaría con una RB”. Una empresa acaba de realizar una encuesta a mediados de julio sobre la RB y la relación laboral cuyos resultados son muy concluyentes. Siempre que no se esté encallecidamente lleno de prejuicios, pues en este caso ni razones ni empiria sirven: la sentencia ya está tomada por el prejuicioso antes de cualquier contraste.
Veamos un par de ejemplos de críticas provenientes de algún tipo de
izquierda. Diría la crítica que exponemos en primer lugar que mejor que
la RB son los subsidios dirigidos a los pobres o sectores más
desfavorecidos económicamente. Así, se proponen viejas propuestas con
nombres más o menos nuevos como el recientemente propuesto por el PSOE
“ingreso mínimo vital”, por ejemplo. Al margen de los problemas
reiteradamente repetidos de los subsidios condicionados (trampa de la
pobreza, miseria presupuestaria en relación a las necesidades,
desincentivo al trabajo asalariado, estigmatización social…) si algo
puede constatarse por parte de cualquiera que opine que vale la pena
aprender de la experiencia, es que son muy insuficientes respecto a la
realidad social que deben hacer frente. Francia, un estado pionero en
las rentas mínimas de inserción, permite hacer un cierto balance con
muchos datos. Y el balance no es muy bueno,
francamente. Pero parece que determinada izquierda si algo no tiene en
demasía es la audacia: se prefiere lo viejo aunque sea malo que lo
nuevo. Y así les va.
Vayamos al segundo y último ejemplo de crítica proveniente de alguna
izquierda: la RB no debe ser apoyada porque no acabaría, o no ayudaría a
combatir o alguna variante con la “división sexual del trabajo”. Esta
crítica se reitera por ciclos. Va y viene a lo largo de la historia
intelectual de la RB. La RB no está diseñada para hacer frente a todos y
cada uno de los problemas que tengamos en la cabeza combatir. Así, el
subsidio de desempleo sirve para que las personas que se han quedado sin
trabajo remunerado puedan seguir disponiendo de unos ingresos durante
un tiempo mientras buscan otra ocupación, pero no para acabar con la
capacidad de las transnacionales para modificar las condiciones de
existencia material de millones de personas, o para disfrutar de una
educación de más calidad. La sanidad pública (si se invierte lo
necesario en ella) está diseñada para ofrecer a toda la población,
independientemente de sus ingresos, asistencia sanitaria, pero no para
acabar con la división sexual del trabajo, ni con los paraísos fiscales,
ni con los programas de televisión basura. En breve, no se puede
criticar a determinadas propuestas porque no acaban con todos los
problemas sociales que alguien puede legítimamente pensar que deben
combatirse. Con la RB ocurre lo mismo, hay problemas sociales para la
que es muy eficaz, hay otros para los que no ha estado diseñada. Es muy
poco interesante el deporte de “cargarse” la RB por problemas que no
está diseñada para combatir. Hemos insistido en más de una ocasión que
la RB no es una política económica. La RB formaría parte de una política
económica en beneficio de la inmensa mayoría de la población no
estrictamente rica, pero una política económica es algo mucho más
amplio. Hay problemas sociales como la división sexual del trabajo, la
indiferencia de gran parte de la población al conocimiento científico,
la capacidad de algunos grandes poderes privados para imponer su
concepción particular del bien al resto de la sociedad, la corrupción de
los corruptos y de quienes los compran, la evasión y elusión fiscales…
que deben ser tratados de forma específica. Con instrumentos adecuados.
Vayamos a continuación a la crítica preferida de la derecha: no se puede financiar. Nosotros ya hemos expuesto un avance de un estudio
que estamos realizando y que pensamos publicar en forma de libro. Quien
seguramente ha dedicado más tiempo y espacio a criticar este proyecto
de financiación en el Reino de España ha sido el economista liberal Juan
Ramón Rallo (JR, a partir de ahora). Hace pocos meses publicó un libro
dedicado a la RB cuyo expresivo título fue “Contra la Renta Básica”. El
libro está dedicado a combatir todas las justificaciones que desde la
filosofía política han intentado justificar la RB. Y la crítica se
realiza desde la posición del autor, admirador confesado de la escuela
austríaca de los Von Mises y Hayek: los impuestos son un robo, las
donaciones voluntarias a los pobres (lo que todo amator crucis como
él mismo llama caridad), son las únicas transferencias justas… Unos
autores por cierto que, a semejanza de cierta izquierda mencionada, son
contrarios a la RB y prefieren las rentas mínimas., en una de las muchas
citas de Hayek, recuerda en la página 57 que este autor defendía una
renta mínima para necesitados, una renta garantizada para pobres. Pero
de RB, ni hablar. Al menos esto queda meridianamente claro y estamos
completamente de acuerdo con JR en algo: Hayek es incompatible con la
RB. La concepción de la libertad liberal, especialmente de la escuela
austríaca, es extremadamente débil para incluir a la RB en cualquier
proyecto avalado por sus partidarios. A JR ya le hicimos una crítica anterior que a su vez fue contestada por él. En esta contestación, JR persistía en sus errores y añadía alguno adicional que ahora abordamos.
Critica JR que nuestra propuesta no tiene en cuenta los efectos
dinámicos. El modelo efectivamente no es dinámico, resulta trivial pues
que no tenga en cuenta efectos dinámicos. Pero difícilmente puede
criticarse algo por lo que no pretende ser. Es poco interesante criticar
a un condón por su baja capacidad de protegernos de la lluvia, como
también lo es criticar a un chubasquero por su poca utilidad como
anticonceptivo, etc. JR centra su crítica, como queda dicho, en la
elasticidad de la base imponible del impuesto. Pero nuestra propuesta no
tiene en cuenta tampoco los ahorros públicos por sanidad (sabemos del
trabajo de una tesis doctoral que pronto se presentará que, entre otras
cosas, relaciona gasto público con enfermedades mentales producidas o
agravadas por situaciones de precariedad social), los aumentos de
ingresos por impuestos indirectos que podrían producirse vía aumento de
consumo en determinadas franjas de la población, la no incentivación al
pequeño fraude fiscal que sí provoca determinados subsidios
condicionados… por no mencionar lo que podría aportar una decidida lucha
contra el gran fraude fiscal (alrededor de 40.000 millones de euros
anuales son enviados anualmente a paraísos fiscales desde el Reino de
España, según distintas fuentes) y contra las elusiones fiscales no
menores. En nuestro trabajo, nosotros ni siquiera tenemos en cuenta el
efecto positivo sobre la actividad económica y por tanto sobre la
recaudación fiscal que tendría nuestra propuesta de RB, ya que la
propensión a consumir de los ganadores (el 80% más pobre de la
población) es superior a la de los ricos. De todo esto nada menciona JR.
Para este liberal, estamos equivocados porque no tenemos en cuenta los
efectos a partir de la elasticidad de la base imponible del impuesto,
que él considera muy sensible al aumento de los tipos impositivos. Y que
es la base de su crítica. Una discusión que escapa a los espacios de
este artículo y que ya hemos respondido en otra parte,
aunque no deja de sorprendernos que citando un artículo de Gruber y
Saez confunda el concepto de mínimo exento con el de demogrant que no es
otra cosa que una renta básica (aunque en su propuesta el valor óptimo
depende del nivel de ingresos).
Dice JR al final de la página 436 de su libro: “…por ejemplo,
ante un aumento del tipo efectivo que grava los salarios, los
contribuyentes pueden optar por trabajar durante menos horas (esto es,
por consumir más ocio, el cual está libre de impuestos)…”. Muy
agudo. Lo descrito por JR transcribe a la perfección la situación de
centenares de miles o incluso millones de personas en nuestro país que,
estando en el paro y ante el agobio que les supone la multitud de
oportunidades y ofertas de trabajo tan bien pagadas a las que tienen
acceso, prefieren maximizar su utilidad dedicando más tiempo a la
contemplación, verbigracia: lectura, formación, consumo, viajar, etc.,
aficiones que, no estará de más recordar, resultan gratuitas en nuestra
sociedad. Y para justificar semejante idea utiliza un análisis
sobre los efectos de diversas pruebas de impuestos negativos sobre la
renta (otra variante de la RB) en Estados Unidos y Canadá a finales de
los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado en donde se concluía
que la RB reducía la oferta laboral aunque, eso sí, tan solo de manera
significativa en determinados colectivos, como el de las mujeres con
recientes maternidades y con un efecto mucho menor del inicialmente
esperado. Señalemos adicionalmente que la tasa de paro de los
territorios en donde se efectuaron los experimentos se situaba por
debajo del 6% (nada más parecido a lo que actualmente sucede en el Reino
de España). Así, en el Reino de España, aunque se redujera la oferta de
horas de trabajo en un 5% o 10% por parte de los trabajadores en activo
(hasta el equivalente a un millón y medio de puestos de trabajo en su
valor máximo), estos serían rápidamente cubiertos por quienes sí quieren
trabajar y aún quedarían cinco o seis millones de personas deseando
trabajar sin poder hacerlo, teniendo en cuenta que el paro real en el
Reino de España es cercano a los 8 millones.
En fin, son aseveraciones de la misma familia de argumentos que decían
que una subida de salarios mínimos reduciría el empleo, algo que también
se ha demostrado falso incluso allí donde hubiera parecido más evidente.
¿Y los ricos? Es absurdo pensar que van a dejar de trabajar porque se
les aumente 10 puntos su tipo medio impositivo, entre otros motivos
porque los ricos, según la evidencia empírica disponible, nunca quieren
dejar de ser más ricos y mientras su ingreso neto de impuestos sea
positivo seguirán generando rentas para asegurarse su futuro como el de sus hijos,
pero también porque los tipos impositivos que proponemos (entre el 39%
para la versión de RB por hogar criterio OCDE, y el 49% para la RB
individual) son similares e incluso inferiores a sus actuales tipos
marginales máximos. Por otro lado, los muy ricos que no quieren pagar
impuestos ya no están en la base fiscal española, se han ido a vivir a
paraísos fiscales más o menos lejanos. Con ellos lo que hay que hacer es
gravar correctamente todas las rentas que obtengan aquí o, como hacen en los EEUU, que paguen por todas sus rentas mundiales si quieren mantener la ciudadanía, con independencia de donde residan.
Tampoco parece que JR se haya leído la literatura económica sobre los
efectos en la oferta de trabajo de una RB cuando hay restricciones para
encontrar empleo (eufemismo de paro). Distintos estudios
ponen de relieve que en presencia de paro una RB es mejor que el
subsidio de desempleo en términos de eficiencia económica o que la
elasticidad oferta de trabajo-RB es positiva porque siempre hay gente
dispuesta a trabajar y que, además, al romper con las trampas de la
pobreza y la precariedad, en realidad la RB genera un incremento de la
activación laboral.
Tres últimas cuestiones planteadas por JR en su posterior
contestación a nuestras últimas críticas. ¿Cómo puede afirmar JR que en
el IRPF se imputa la renta de la propia vivienda habitual? En todo caso,
debe referirse a la imputación de rentas inmobiliarias de otras
viviendas en propiedad distintas a la habitual (cuya imputación es el 2%
o el 1,1% del valor catastral según esté revisado o no) y ese cómputo
no va más allá de los 2.800 millones de euros. Sobre la inversión de rentas inmobiliarias pasadas (la depreciación del capital), ya hemos respondido aquí
al respecto, pero por si quedan dudas, reafirmaremos que en el
rendimiento de capital inmobiliario por alquileres están ya descontados
los gastos y la amortización efectuados para obtenerlos, tal como puede
verse aquí, aquí y aquí.
Pues bien, nuestro flamante crítico liberal afirma que deberían
descontarse más de 85.000 millones de euros (30 veces más de los 2.800
millones de euros mencionados que por supuesto no deben descontarse),
del montante para financiar la RB y, tan pimpantemente como un niño que
piensa que ha descubierto algo interesante, afirma que en lugar del
49,5% de tipo efectivo, pasaríamos al 56% para financiar la RB.
En segundo lugar, ya que JR afirma que no sabemos distinguir entre
tipos marginales y tipos medios efectivos, tendremos que dirigirle otra
vez a nuestro estudio,
concretamente al Cuadro 4, para que pueda ver cuáles son las
variaciones entre una situación sin RB con el actual IRPF y una
situación con RB, financiada a través de la reforma del impuesto que
proponemos.
Y tampoco JR entiende de donde sacamos nuestros datos de la renta que
según él están por debajo de la realidad que muestra la contabilidad
nacional (CN) porque no incluimos a los contribuyentes no obligados. De
nuevo las prisas por contestar le juegan una mala pasada: la muestra que
disponemos es representativa de todos los contribuyentes que, o bien
han hecho declaración de IRPF o, sin estar obligados, sus rentas del
trabajo superaron los 10.000 euros el 2010. Y para los que no superaron
esta cifra contamos con la información de la AEAT del total de rentas
del trabajo consignadas en las declaraciones del modelo 190 realizadas
por todas las empresas, autónomos u organismos pagadores de pensiones o
prestaciones de desempleo, tal como explicamos en nuestro artículo inicial
y que representan unos 44.000 millones de euros no contemplados en la
muestra, pero sí en nuestros cálculos. Por tanto, las únicas rentas que
no contemplamos son las rentas exentas en el IRPF: indemnizaciones por
despido, premios de loterías, artísticos y/o científicos,
capitalizaciones del subsidio de desempleo, prestaciones por invalidez,
etc. Ya puede buscar JR dónde están sus rentas de la CN que él considera
no gravables, que hayan sido contabilizadas en nuestro cómputo de
rendimientos.
Toda esta confusión la resumimos en la siguiente tabla, usando sus propios números:
Concepto | Cálculo inicial según JR | Cálculo corregido según JR | Cálculo corregido descontando ahorros |
Renta familiar CN (incluyendo rentas imputadas) | 760.000 | 760.000 | 660.000* |
Renta familiar CN (sin incluir rentas imputadas) | 675.000 | 575.000 | |
IRPF recaudado en 2010 | 77.000 | 77.0000 | |
Coste RB | 300.000 | 300.000 | 300.000 |
Ahorros en prestaciones públicas | 100.000 | ||
Tipo impositivo para financiar RB | 49,6% | 55,9% | 48,2% |
Valores en millones de euros *Descontamos los ahorros que no se pagan
En la primera columna tenemos el cálculo inicial de JR, el que él
debe estar convencido de replicar genialmente, sin tener que chuparse
los 1,9 millones de datos de contribuyentes, y que casualmente le da un
tipo de IRPF que resuelve la ecuación igual que el nuestro.
Envalentonado con este hallazgo ya se atreve a criticar que estamos
contabilizando (lo hace él) unas rentas imputadas que no deben tenerse
en cuenta, ergo nuestros cálculos son erróneos y en realidad el tipo de
IRPF debería ser del 55,9% (segunda columna). Qué pena, JR se olvida de
todos los ahorros en prestaciones públicas por debajo de la RB que el
estado no pagaría al implantar la RB. En nuestros cálculos para el Reino
de España sin las comunidades forales unos 93.000 millones de euros,
pero una extrapolación con Euskadi y Navarra nos daría unos 100.000
millones de euros (tercera columna). Pero claro, ahora resulta que el
tipo del IRPF necesario para financiar la RB sería del 48,2% (¡1,3
puntos por debajo “nuestros” cálculos y 7,7 puntos de los suyos!
Sorprendente, pero es que no se pueden usar a la ligera los datos de CN
como los usa JR.
Recapitulemos, JR se encuentra como un aprendiz de mago que con
cuatro números (población, recaudación IRPF y dos datos de CN) puede sin
despeinarse sacar los mismos números que nosotros y encima corregir
nuestro error por usar un dato que nosotros no usamos nunca. Como al
agitar la varita (o la lupa) apareció un conejo se ha creído que el
conejo aparecería cada vez. Hay que ser más prudente.
Por último, respecto a lo “riguroso” de sus cálculos. ¿Podría
explicarnos el señor JR, cómo a través de datos agregados de la
Contabilidad Nacional, podría efectuar un análisis que le permita
cuantificar qué tipo de contribuyente según los percentiles de renta
declarada, resulta ganador entre una situación u otra?
Con la RB, entre sus detractores pero también entre algunos de sus
defensores, puede observarse a menudo el estudiado efecto cognitivo
Dunning-Kruger. Esperemos que con razones y datos vayamos limitando la
extensión de este efecto al menos en los debates sobre la RB.
(Una versión más reducida de este artículo se publicó en la revista Economía Digital)
Jordi Arcarons es catedrático de Economía Aplicada de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es miembro de la Red Renta Básica.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro es ¿Qué es la Renta Básica? Preguntas (y respuestas) más frecuentes (El Viejo Topo, 2012).
Lluís Torrens es economista, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios Internacionales-Universitat Pompeu Fabra, gerente del Public-Private Sector Research Center del IESE. Colabora con iniciatives pel decreixement que impulsa un nuevo modelo económico sostenible y estacionario.
Fuentes: www.sinpermiso.info, 26 de julio de 2015 || http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=8194 || http://www.redrentabasica.org/rb/respuesta-a-las-criticas-liberales-a-la-renta-basica-vincit-omnia-veritas/
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