El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo reedita en 2015 su informe Las cifras de la deuda en el que, desde hace años, busca describir el “sistema deuda” del que se ha revestido la globalización. Exponen todo un elenco de datos que no deja lugar a dudas de quién se beneficia con este sistema. Gracias al estudio podemos ver cómo el mecanismo que se usó en un principio en los llamados países del Sur, se ha ido aplicando también en el Norte, especialmente a partir de 2008.
Deuda y desigualdad
Una de las ideas que este documento quiere resaltar es la fuerte
relación entre endeudamiento y desigualdad. El informe habla de “escándalo mundial de primer orden”
para referirse a esta situación. Para justificar esta aseveración
aportan algunos datos reveladores. En 2013 el 0.7% de la población
mundial (32 millones de personas) acaparaba el 41% de la riqueza,
mientras que el 68.7% (3.200 millones) se tenía que repartir solo el 3%
de la riqueza. Son datos que ha confirmado otro documento de Intermón
Oxfam [1] que afirma que las 80 personas más ricas del mundo tienen la
misma riqueza que el 50% más pobre. Para colmo, estos datos forman parte
de una tendencia que va a más: el mundo cada vez es más desigual y cada
vez hay mayor concentración de la riqueza.
Según el informe, las causas del aumento de la desigualdad son tres:
el empeoramiento de la participación de los salarios en el PIB, el
aumento de la regresividad fiscal [2] y el aumento de las desigualdades
de género.
La deuda del sur
Por otro lado, los países pobres, que necesitaban fondos para
financiar proyectos para industrializarse, aceptaron gustosamente los
préstamos que les ofrecían. Las condiciones de éstos incluían tipos de
interés variable, que los hicieron atractivos en principio. Estos tipos
estaban vinculados al tipo de interés oficial estadounidense, el cual
subió enormemente a finales de los 70. De unos tipos del 4-5% se pasó al
16-18%. A ello se unió la caída de los precios de las materias primas
de las que tan dependientes eran los países en desarrollo. De la noche a
la mañana, el monto a reembolsar era mucho mayor, mientras los ingresos
decrecían. El mecanismo por el cual un préstamo inicial se convertía en
una bola de nieve que iba en caída y aumentando su volumen estaba en
marcha.
Las cifras muestran a las claras que el problema no hace más que
aumentar. Desde los años 70 hasta 2012 los montos de África y Oriente
Medio, por un lado, Asia y países PECOT [3], por otro, y, finalmente,
América Latina, se multiplicaron por 73, 102 y 165 veces,
respectivamente.
Sin embargo, el dato que delata la flagrante estafa del mecanismo de
la deuda salta cuando calculamos cuántas veces se ha pagado el monto
inicial. África y Oriente Medio pagaron 145 veces su deuda inicial, Asia
(y PECOT) 163 veces, pero la palma se la lleva América Latina, que ha
pagado 407 veces su monto inicial. Resulta evidente que la deuda externa
se ha convertido en un “instrumento de bombeo de recursos económicos de los países en desarrollo a los países acreedores”.
Tanto es así, que si se calculan las transferencias netas [4] se puede
concluir que los “países en desarrollo son acreedores netos de los
países desarrollados”.
La deuda del Norte
La génesis de la deuda del Norte nos es más conocida puesto que su
explosión se da con la crisis de 2008. Para el caso europeo [5], en el
informe nos señalan cuatro causas. Primera: los ingresos tributarios han
ido decayendo debido a las políticas neoliberales de adelgazamiento del
Estado. Además y debido a Maastricht, se impide que los Estados se
financien por medio de bancos centrales, lo que resulta bastante más
caro. En tercer lugar, las medidas de austeridad fervientemente
aplicadas y, por último, los rescates bancarios realizados en toda la
Unión Europea.
La gigantesca suma de dinero entregada solícitamente a los bancos,
además de ayudas como avales y otras garantías, supone una sangría sin
igual. Se trata, como dice el informe, “de una verdadera bomba de
tiempo para los Estados que, además de la socialización de las pérdidas,
socializan los riesgos de las finanzas privadas”.
De tanta gravedad como el hecho anterior es la mencionada
imposibilidad de que los Estados se financien a través de bancos
centrales. Esto conlleva que los Estados paguen un precio mucho más alto
para financiarse. Se ha calculado el sobrecoste pagado por algunos
países. Por ejemplo, si Bélgica hubiera tenido un banco central que le
financiase, su deuda habría estado alrededor de 34% en 2012, en lugar
del 100% que acumuló. Para el caso español, Eduardo Garzón ha calculado
que tal dato habría sido del 14% en lugar del 87%.
El informe también describe la evolución de la deuda de los Estado
Unidos, cuyo vertiginoso aumento hunde sus raíces en la década de los
setenta, cuando se instaura el “sistema deuda” que hoy conocemos. Con la
crisis, las cifras del rescate bancario estadounidense son escandalosas
y alcanzan más de 3 billones en ayudas directas.
Un mismo sistema
A pesar de que las génesis de la deuda del Sur y del Norte tengan
diferencias, encontramos similitudes sobre todo en los mecanismos que
las generan y agravan y en las consecuencias que ocasionan.
En primer lugar, cuando estallan las crisis de deuda la reacción
clásica ha sido recetar medidas de austeridad, que acaban empeorando la
situación y convirtiendo el endeudamiento en estructural. Comienza una
espiral que se retroalimenta y de la que no se puede salir. Estas
políticas conllevan el progresivo empobrecimiento de la mayor parte de
la población, junto con la creciente acumulación de recursos por parte
de las élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos
aumenta, propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en
la cual las rentas de las capas bajas son absorbidas (por medio de los
intereses de los permanentes préstamos, la socialización de las
pérdidas, las amnistías fiscales...) por el 10% más rico.
En conclusión, “el sistema deuda implica la utilización de
recursos públicos para pagar a los acreedores en detrimento de la
satisfacción de necesidades y derechos de la población”. No dejen de leer el informe si quieren saber qué propone CADTM para intentar parar esta rueda.
Notas
[1] Oxfam Internacional, Riqueza: tenerlo todo y querer más, 2014
[2] Un sistema fiscal puede ser más o menos regresivo en función de
que los impuestos vayan dirigidos a los trabajadores, a los consumidores
en general, a los grandes patrimonios, etc. De esta manera, pueden
considerarse muy regresivas la reformas fiscales impuestas en Europa en
los últimos años, donde, por ejemplo en Grecia, la presión fiscal de los
hogares pobres griegos (que han sufriendo una merma del 86% en sus
ingresos) ha subido ¡un 337%!
[3] Países de Europa Central y del Este y Turquía
[4] es la diferencia entre el monto recibido por los préstamos y el
total de los pagos (capital más intereses) durante un mismo periodo
[5] Entendiendo Europa como exclusivamente la Unión Europea.
13/8/2015
0 comentarios:
Publicar un comentario