La dimisión de Tsipras y la convocatoria a nuevas elecciones abre una nueva situación política en Grecia. Está decisión del ahora ex Primer Ministro está lejos de deberse a un derrumbe de su imagen y liderazgo político, producto de un impopular acuerdo con el Eurogrupo, como se interpretó apresuradamente a la distancia. Si bien la mayoría de la población se opone al nuevo acuerdo, el pueblo griego ve en Tsipras a alguien que intentó plantar oposición al Eurogrupo y defender los intereses nacionales, dentro de las reducidas posibilidades que dejaba la Troika. Consciente de que todavía mantiene altos niveles de aprobación social, con la convocatoria a elecciones Tsipras busca refundar su gobierno sobre una base completamente promemorandum, evitando darle tiempo para organizarse a la oposición interna en Syriza y antes de que los costos sociales del nuevo acuerdo comiencen a corroer su liderazgo. La decisión, entonces, apunta a sacarse de encima la resistencia que le impone su propio partido y, principalmente, la Plataforma de Izquierda de Syriza, sobre la cual gravita actualmente la oposición al nuevo memorándum.
A diferencia de otras experiencias de cooptación política de formaciones de izquierda, que accedían al gobierno luego de un largo y profundo proceso de burocratización e integración a las redes institucionales y económicas de las clases dominantes (como fue el caso del PT brasilero, por ejemplo), es difícil que Syriza se vuelva, súbitamente, un partido promemorandum. Sus vasos comunicantes con los movimientos sociales y las clases populares son fuertes, así como es significativo el peso de los sectores radicales y anticapitalistas. Esto suscitó, desde incluso antes del acceso al gobierno, un proceso de autonomización del “entorno presidencial” respecto a los órganos y la disciplina partidaria. Todo lo cual estalló ante el test decisivo que constituyó la firma del nuevo memorándum: el acuerdo encontró oposición en el mismo gabinete, entre más de un tercio de los diputados y en la mayoría del Comité Central. Entre las regionales y la militancia de a pie de Syriza, la oposición al nuevo memorándum es casi unánime. Esto abre la puerta a una lucha política decisiva en torno al “alma de Syriza”, de sus estructuras reales, de sus cuadros y militantes. Se explica así que Tsipras convoque a elecciones esperando refundar su Gobierno, y a la misma Syriza, antes que enfrentar un congreso partidario que hubiese planteado una oposición a su giro proausteridad.
Unidad Popular, el ala izquierda de Syriza
En este contexto hay que situar la aparición de una nueva formación política, Unidad Popular, convocada por la Plataforma de Izquierda. Pese a que la capitulación de Tsipras constituye una derrota de largo alcance para las clases populares europeas, la posibilidad de que emerja una fuerza política con peso de masas, que sea heredera de la experiencia organizativa de Syriza y de las lecciones de la experiencia gubernamental de Tsipras (principalmente respecto a la necesidad de estar dispuesto a una ruptura con el Euro), constituye un paso adelante de alcance estratégico. Esta recomposición política acompaña una evolución de la conciencia popular que hay que seguir atentamente: si bien el peso del cansancio y el desánimo es fuerte, por la desmoralización social que suele ser concomitante a la cooptación de líderes populares, también es significativo el aprendizaje de masas en torno a la “jaula de hierro” neoliberal que constituyen la Unión Europea y el Euro. Este proceso social, expresado paradigmáticamente en el 61% del NO en el referéndum, es la tendencia de fondo que permite la constitución de una formación política sobre bases programáticas y estratégicas superiores a las ambigüedades de Syriza. Esta última se mantuvo siempre apegada a la ilusión del “europeísmo de izquierda”, es decir, la pretensión de aplicar un programa anti-austeridad en el marco de la UE y sin romper con el Euro, en base a un compromiso con las autoridades europeas.
El proceso de conformación de Unidad Popular abre la posibilidad para la emergencia de un partido anticapitalista de masas, un instrumento político actualmente inexistente en Europa. Syriza nunca llegó a tal punto: se trató de un partido de “lucha de clases”, conectado con los movimientos sociales, pero con un programa “anti-neoliberal”, hegemonizado por una dirección reformista de izquierda, proveniente del eurocomunismo. La intervención en el enorme proceso popular encabezado por Syriza permite hoy a la Plataforma de Izquierda convertirse en el pivote de un posible partido de masas, reagrupando no solo al grueso de la militancia real de su partido, sino también a sectores en ruptura con el sectarismo del KKE (partido comunista, de tradición estalinista, del tipo “tercer periodo”), de Antarsya (un frente anticapitalista que ha mantenido una política marcadamente sectaria y abstencionista) e incluso sectores provenientes del PASOK.
Tenemos delante apenas unas semanas “calientes”, donde se dirime buena parte de la suerte del próximo periodo político, no solo en Grecia, sino a escala europea. La victoria de Tsipras parece asegurada. Para la izquierda radical griega, que permanece fiel a lucha anti-austeridad, se trata de establecer, en tiempo record, un instrumento político que sea la representación política del NO en el referéndum. Una herramienta organizativa que sea heredera de la experiencia de lucha de Syriza, a la vez que su superación en el terreno programático y estratégico.
28/08/2015
Fuente: http://www.marcha.org.ar/unidad-popular-y-la-lucha-por-el-alma-de-syriza/
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